Marcha 08 de noviembre, 2014 |
A casi un año de su desaparición,
los mexicanos seguiremos exigiendo que se esclarezca la desaparición de los 43
estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Los escritores de Latinoamérica nos unimos
en una sola voz: ¡¡¡Ni perdón, ni olvido!!! 43 normalistas de Ayotzinapa:
¡¡¡Los queremos vivos!!!
CÁRDUMENES
Alejandra Proaño (Ecuador, 1976)
Cardúmenes de estrellas ciegan
los horarios, pero nosotros somos un inmenso cuerpo luminoso en la superficie
del mar.
Respirar el tiempo es mirar
arriba, cerrar el paso a la muerte, patalear con alas de narices, emprender
vuelo marino en la esfera húmeda, olerse, sofocar con piel ventosa el filo de
la esfera globular, esperar en quietud los compases de la inmersión nocturna.
Pero burlar la muerte es danzar
con agua y plancton.
En el agua,
los cuerpos se rozan por
accidente
Somos 43 luces de navíos sin
brújula.
En ocasiones, nos recogen de
regreso al mar astronautas en órbita,
pero nosotros, entregados bajo la
marea, despreciamos el oxígeno para mirar a los ojos.
Los encuentros marinos se los
lleva la luna
Ella mueve las mareas con su mano
de garfio
desgarrando, arrancando, con el
borde de sus uñas.
Sí, esa luna que promete
acurrucarnos,
y al cabo de tres noches
se hincha y nos deja caer de
nuevo al vacío de altas mareas.
A veces soñamos que nos han
encontrado
y entonces somos
el arrullo de dos extraños en la
oscuridad.
Un diamante de hojas incrusta
escamas en voz baja,
contar una noche es la larga
perla de un collar en el cuarzo negro de una playa nocturna.
LOS
CADÁVERES HERMOSOS
Augusto Rodríguez (Guayaquil,
Ecuador; 1976)
Míralos
sin camisa, arrastrados,
echando
sangre, con capucha, reventados,
refundidos
en las pilas, con la picana, el ojo sacado,
degollados,
acribillados,
botados
al borde de la carretera,
en
hoyos que ellos cavaron,
en
fosas comunes,
o
simplemente sobre la tierra abono de plantas
de
monte:
Vos
los representás a ellos.
Ellos
delegaron en vos,
los
que murieron.
Ernesto
Cardenal
1
Todo hombre nace
y muere en una jaula.
Cada cuerpo que se resista
a un nombre nuevo caerá sobre su
peso.
Contaminan el aire de los que
tienen patria.
Les quitan su origen,
su descendencia, su identidad.
Su semen es arrojado a las
víboras.
Su sangre a los perros.
Sus dientes a las ratas.
Sus ojos a los cuervos amarillos.
Sus uñas a los cadáveres.
Sus vergas a los presos.
Vuelan dentro de sus jaulas
como si fueran aves de la muerte
sin estar muertos. Caen.
Se desdoblan por fuera, por
dentro.
Destrozan su propio cuerpo con el
pico,
las garras, los ojos y moldean
otro cuerpo.
Hasta convertirse en monstruos
destripadores
que se miran al espejo y no ven
nada.
Monstruos que se hunden en barcos
llenos de sangre de niñas
vírgenes.
Niños mueren desgarrados,
decapitados,
cercenados, ahorcados.
Son liberados de las jaulas
para que vuelen sin alas
a los destinos de la humillación.
Son lanzados a fosas comunes.
Son divididos con furia,
con parsimonia, a las aldeas de
la patria.
Provienen de todos los lugares de
la tierra.
Regresan a padecer
debajo de los árboles
genealógicos.
Arrojados, una y otra vez:
amor éramos tú y yo.
A
LOS 43 NORMALISTAS DE AYOTZINAPA
Chary Gumeta (San Cristóbal de
las Casas, Chiapas)
Soy
el demonio la santa muerte.
Soy
la gran bestia lo bárbaro
Lo
salvaje. Yo soy el hombre que
destruirá
tu vida el país el mundo.
Esther
M. García
Señor Sicario:
Asesinaste a cuarenta y tres
muchachos
destruiste cuarenta y tres sueños
cuarenta y tres educadores que
eran esperados
por los niños de las comunidades
donde no existen los ángeles.
Arrebataste cuarenta y tres hijos
de cuarenta y tres madres
que agonizan de tristeza y dolor
cuarenta y tres jóvenes
que creían en la justicia
y en un paisaje diferente.
Arrancaste de la tierra esos
pasos firmes
y seguros que prometían ser
factor de cambio.
Estamos indignados, enojados
y demasiado dolidos para
perdonar.
Ten piedad de tu alma
y dinos donde están
antes de que los cubran mas
noches
antes de que el viento los olvide
antes de que el monte se
compadezca de ellos
y los cubra con su verde manto.
Y entonces
sólo entonces
tal vez el recuerdo te perdone.
DESAPARECIDO
Fátima López (ciudad de México)
A
las madres de los 43
Hay una canción que me hace falta
un brillo bajo la inmensa ola.
"¿Dónde has estado todo este
tiempo?",
si pudiera decirte.
Si pudiera hacer
que el viento sople entre tu
cabello,
que tus manos me recojan
de esta llama oculta,
si tus pasos
pudiera sanar desde la aurora.
Pero,
tu cuerpo es un vaho sobre las
rocas,
un ardiente pozo en el corazón,
un nombre apenas,
una cosa entre las cosas.
Tu cuerpo, que andará por ahí,
cubriendo de destellos el río, o
haciéndose brisa entre el bosque.
Tu cuerpo
andará buscándome cada noche,
como esa noche
cuanto te llevaron
y, seguro,
alcanzaste a pensarme
o a decir mi nombre
casi
susurrando.
Tu cuerpo, que verá en las flores
una añoranza terrible,
que no podrá luchar,
enseñar, que su voz
no podrá
compartir.
¿Andarás con otros cuerpos?,
¿tendrás compañeros de memorias,
charlas acaloradas frente a la
sutileza de la luna?
¿Les hablarás de algo:
de la muchacha con la que ibas a
casarte,
o del mole verde que tanto te
gustaba?
¿O será tu cuerpo
una partícula ya,
en la boca de todas las olas?
Para mí,
eres más que un nombre,
o un signo oculto,
eres mi historia.
¿A dónde he de llevarte tus
flores?
¿Dónde van a perfumar los
crisantemos
lo que queda de esa noche
brumosa?
¿Andarás en el suelo adolorido,
ensangrentado,
o libre
flotando entre palomas?
Mi tierra se rasga las raíces,
se restriega en tu ausencia,
hace eco,
hasta sus zonas más profundas.
¿A dónde salgo a buscarte?
¿Debo ir a la ciudad, a la
cárcel,
o al fondo
de una ribera
sinuosa?
¿Debo gritar tu nombre debajo de
las piedras,
o decirle a mi memoria,
–como si fuera un testamento–
que no regresarás nunca?
Por eso digo
que me falta una canción,
la que tú cantabas ese día,
el último
día, o
la última noche, da igual.
Te oí cantarla.
Me guardo su sonido entre las
manos,
voy a cubrirlo con un candor
amoroso,
con un manto.
Que sepas
que tu canción
te está esperando.
Yo,
velaré todas las noches.
México,
D.F., 02 de diciembre de 2014.
NO
SON 43
Javier Febo Santiago (San Juan de
Puerto Rico)
No hay matemáticas
ni ciencia
ni finito ni infinito
para simplemente explicar
No hay explicación
No son 43
somos tú y yo
y la especie humana
Y
DÓNDE QUEDA LA DIGNIDAD HUMANA
Jesús Urbina Rz (ex ciudad de México, 1985)
Quisiéramos mejores tiempos para
este país para ti y para mí y para todos los seres que cohabitan este mundo
este país está sangrando digo que este país está sangrando y la impunidad sigue
sin ser detenida ya sé que todas son especulaciones mías que los caídos son
personas desconocidas que la violencia no tolera el arte ni la poesía los más
grandes poemas se escribieron sin cobardía pero la juventud toma nota y deja
fluir el sin fin de sus rencores con osadía en este país existe la melancolía
de saber la cantidad de personas que mueren cada día hirió de muerte a lo que
llamábamos tercamente vida en ésta ciudad tenemos cerradas todas las salidas
-pero- quién dijo que queríamos escapar de este ataque de desinformación masiva
ahora es tiempo de formar el colectivo llamado contraataque nuestra táctica
será la información y tomar las calles de manera pacífica aunque nuestras almas
estén franqueadas aún no han sido derrotadas esta carnicería de carne humana
debe terminar de un solo tajo la única salida es desmantelar el sistema de un
gobierno totalmente desorganizado dejemos de ser anónimos para cantar uno a uno
nuestros nombres nosotros somos los habitantes del presente luchar de paz o
morir de nada son los dos caminos que nuestros corazones ahora trazan dejemos
de llorar por los ausentes no es posible que sigamos con los brazos cruzados y
mientras de sangre se humedece el ambiente nosotros nos quedamos callados y
sumidos y consumidos por el pánico salvaje dejemos fluir el coraje de un
verdadero cambio que la pesadumbre no sea nuestra indomable y ensombrecida
tristumbre parece que el horror nos termina nos sobaja y nos desgata parece que
el dolor nos arruina es penoso y nos dispersa la túnica está enlutada en
ominosas llamaradas y seguimos sin hacer nada y dónde queda la dignidad humana
cuándo somos testigos de los peores castigos de la impunidad disfrazada otra
vez el engaño viene desde lo alto desde la misma silla consumada y
ensangrentada otra vez será vencida cuando el pueblo así se lo decida hemos
visto morir a nuestros hijos y no somos padres todavía nosotros sobre nosotros
enfurecidos y temerosos domesticados a quedarnos callados por cobardes hemos
tomado hoy las calles para darle un rumbo de esperanza a nuestra vida no
dejaremos que nadie por nosotros decida no vamos a ofrecerle nuestra carne y el
cuchillo al homicida ya sé que no he dicho el nombre de la patria donde nuestro
corazón habita porque nuestro hogar es la justicia de saber que somos más los
que no perdonamos esta cruel y desmedida injusticia somos ofrecidos en el
festín de la delicia por la avaricia a donde somos reducidos a simples cifras
el apetito de unos pocos ha dejado con hambre a los flagelados por esta matanza
indigna y miserable en nombre de la humanidad dejemos de ser testigos
inapetentes de una guerra en donde nunca gana nadie esta cobardía que parecía
impenetrable dejo sobre nuestra piel una marca imborrable ahora es tiempo de
pensar en dar el cambio nuestra visión no es la visión de los vencidos ni
nuestra nación es la mansión de los desaparecidos hay que dar un golpe un grito
y de frente dar la cara un hermoso canto de paz que tanto nos hace falta ellos
con sus armas y la infamia de sus almas barbarizan nuestras vidas cotidianas
este país arde de esperanza la sangre arde y nos llama el corazón arde y nos
llama la vida misma arde y nos llama este país no está hecho para los cobardes
que pretenden someternos ahora como antes somos jóvenes y no nos comemos los
brazos nuestros corazones no son armas aunque cada latido sea de justicia un
disparo una bala puede penetrar un libro y destrozarlo pero un libro puede
atravesar un corazón herido y sanarlo nosotros estamos armados con las balas de
las palabras disparemos más poemas al aire y terminemos con las plegarias este
poema es un incendio de paz consumiendo de raíz este país hasta guiarlo hacia
la esperanza ellos corrompieron nuestro ayer y
casi están a punto de despojarnos del mañana pero nosotros somos el
presente forjando la historia contemporánea no dejemos que el silencio encadene
nuestras almas
LOS
SERES QUE CALLARON MISTERIOSAMENTE
José Vásquez (Guayaquil, Ecuador;
1991)
Protestaron por un país mejor
pelearon hasta que de la nada dijeron adiós familias enteras llorando en
silencio pero sus gritos se escuchan cada vez que dicen justicia la cual es
misteriosa ciega y a veces injusta gente que calla la verdad compinches de un
delito que se verá reflejado en los actos que después llegarán.
43
Juana Adcock (Monterrey, 1982)
Sembró en agosto flor de
cempasúchil
cilantro y rábano
un pedazo de hueso
una muela
unas bolsas de cenizas
seguirán hablando
seguirán educando
CIUDAD
HEROICA
Juana M. Ramos (El Salvador)
A
Ayotzinapa y sus hijos
A lo lejos la ciudad,
hace alarde de la muchedumbre de
sus venas.
Una lluvia delgada amenaza la
brevedad de mis cabellos,
me atraviesan sus luces y pienso
en su centro en
damero, sus faroles mortecinos,
sus calles , una
sola, intransitable cuando el sol
se pasea en el asfalto.
A aquellos que tercermundean tu
existencia, muéstrales
tu boca desdentada y cuéntales
que dejaste los caninos
en los palos de tus amos, que te
vestiste de pancartas
y ostentaste manifestaciones
multitudinarias,
que por muchos años recorrió tu
noche la bota y el fusil,
que tus cunetas recogieron la
sangre de tus hijos,
y de los hijos de tus hijos,
sangre que se sigue repitiendo.
AYOTZINAPA:
43
Judith Santopietro (Ciudad de
México, 1983)
El día llueve y llora sus
cenizas,
rostros casi limpios huesos
duermen entre el fango,
los arropamos en la espesura del
miedo
como se acaricia una flor
crisálida
o a un diminuto colibrí nacido
ayer
Decíamos,
cada atardecer,
en el esplendor más sucio de las
calles
"saldrán saldremos
saliremos"
Conjugando el verbo de estas
imperfectas flores
Dijiste
"estoy contigo a quien el
fondo de un basural
no hay luz no hay sombra ningún
fuego nos quema
sólo perros hacen guardia
alrededor del río nadie sabe si es amargo este caudal"
Eran así nuestros niños
murmurando al mundo
en la cosecha dorada del Sur,
cubiertos de los copos de
aguanieve,
entre amaranto y trigo allá por
los maizales,
con sus pesadillas de niños
y el dolor del primer diente
acaso la enfiebrada cara después
de un aguacero
O quise decir que eran casi niños
que miramos cada foto
y parecía tan breve la mirada
desde donde punzan hoy sus huesos
como astillas
En el luto de esta noche
(un ferry brama cada hora)
me pregunto cuándo volveré a
pisar las calles de mi patria
o si mi patria es el territorio
donde poso mis pies ahora mismo,
o si mis pies son dos arcas que
navegan sin libros, sin platos ni comida,
si son pájaros de otoño y sus
únicas hojas caen del cielo desecadas tristes,
si mi patria es la inmensidad de
cadáveres en cada esquina
si ya pasaron siglos
y aún la ciudad está sitiada.
New
York City, diciembre, 2014.
LA
NUEVA GRAMÁTICA
Luis Cruz (Lima, Perú; 1981)
Te están llamando,
todo el tiempo los policías
corren de esquina a esquina, se chocan con momias de papel
se enredan con sus heridos, son
malabaristas con fuego ajeno y siempre caen…
Parece que Bolaños dejó caer su
tinta en mis calles y que sus novelas toman forma en cada partisano
en cada miembro mutilado, en cada
ciego a voluntad.
El fuego nos interroga,
los cuerpos ardiendo nos quieren
dar la mano, pero uno tiene miedo y el fuego se apaga.
Los relatos de Borges y Cortázar
parecen tomar sentido con cada minuto
de esta noche espesa como la
brea.
¿Dónde anidarán chicos?
Te están llamando,
son vastos sistemas de
pensamiento reflejando sus heridas,
sombras encorvadas,
fábricas abandonadas:
“Simplemente míralas y fíjate que
hacen contigo” dicen…
Las azoteas llenas de banderas a
media asta, pobre chicos, pobres madres
quiera que la gramática tenga
nuevas formas de hacer oraciones para la gente vestida de dolor.
AYOTZINAPA
Magaly Quiñones (San Juan de
Puerto Rico)
Ayotzinapa, un día, se despertó
llorando conmovido, era la hora de la afrenta; la hora de la masacre de sus
hijos. El día convulsaba y lloraba de ira, hasta el lodo lloraba sin consuelo.
La ignorancia triunfó, el odio se
encumbró, el llanto de las madres cubría todo, se oscurecía el cielo, y la
noche más noche se crecía.
Y hoy, por qué callarlo. Este
gran ojo que ahora somos todos presintió y vio la inmensa felonía.
Y ahora, por qué callarnos, este
grito ancestral, que somos todos, debe lanzar al aire su agonía.
Debe surcar el aire cada nombre,
cada sueño vejado, cada cuerpo maltrecho y masacrado.
Deber de todos es contarle a
todos, que en el hermano pueblo mexicano, 43 patriotas, exigieron respeto,
equidad y justicia para todos y perdieron la vida.
Y ahora que nadie llore, que lo
griten los cielos, ríos, montes, desiertos, pedregales.
Que los tiranos se hinquen de
rodillas sobre piedras filosas cual puñales, que el llanto derramado cubra el
planeta.
Ahora, que se sepa, en cada
continente, en cada Antilla, sobre la faz del mundo americano que un día, no
lejano, los 43 cuerpos serán multiplicados, y sus brazos, alzados, armados
hasta el tuétano, cercenarán los huesos del tirano agresor que les tronchó la
vida.
Ayotzinapa en México, acá en
Borinquen, fue el Cerro Maravilla.
¿Hasta cuándo, hasta cuándo?
Ayotzinapa, un día…
SE
LOS LLEVARON
Margarita Drago (Rosario,
Argentina)
Why pour more sorrow
on the hearts of the sorrowful?
Rumi
Quedaron los abrazos
prendidos en el aire
la mesa servida
y el pan tibio en el horno
quedó el grito mordiendo
las sombras
y las manos de todos arañando
la noche
"se los llevaron"
"se los llevaron"
retumba en las paredes
de las casas vacías
"se los llevaron"
"se los llevaron"
susurra el aire
por las calles desiertas
dónde el infame
arrojó sus cuerpos
dónde la tierra
esconde sus miradas
dónde las bocas
desangran palabras
dónde los huesos
tiritan de frío
"se los llevaron"
"se los llevaron"
claman madres angustiadas
en una búsqueda sin tregua.
el silencio se hizo largo
anochecida la espera.
(De Las hijas de los vuelos, poemario inédito)
¿QUÉ
COSECHA UN PAÍS QUE SIEMBRA CUERPOS?
Manuel Roberto Rodas Mendez
(Xela, Guatemala; 1981)
A
los 43 normalistas desaparecidos solamente por poner voz a la "sin
voz",
solamente
por pensar...
El aula espera a sus huéspedes,
detienen el tiempo,
prende una vela,
busca en el cielo el rostro de
aquellos que llegaban con una sonrisa a sus brazos.
Grita y llora
como el sonido de un recién
nacido,
sus paredes se desgarran.
Busca en periódicos a sus hijos,
a sus hermanos, a sus tíos, a sus amores perdidos.
¿Puede una hoguera quemar los
sueños?
¿Caben los sueños en una urna?
¿Han inventado acaso el arma para
matar los sueños?
Yo soy los 43 normalistas,
soy la lagrima de las madres
esperanzadas por volverlos a ver,
soy el grito de los hermanos que
se han unido reclamándolos,
soy Caifanes cantando "antes
de que nos olviden",
soy el aerosol que pinta las
paredes,
porque también las paredes
hablan,
soy la duda de todo México,
soy el luto de los que aún son
seres humanos.
VERTICALIDAD
DEL QUE MUERE
Mónica González Velázquez (ex
Ciudad de México, 1973)
Todos sabemos de alguna manera
que el terror es una pasión sagrada,
una puesta en escena de nuestra
propia inocencia
y de nuestra propia revelación.
José Carlos Becerra
¿Quién turba mi sueño
la angustia de vivir en el tedio
la incertidumbre, la guerra?
¿Pero qué sé yo de guerra?
Si mi bandera
es pacifista,
acumulación de tribus
confederadas
sin propiedad intelectual
donde la ley, por decreto se
respeta.
Me busco en esta patria
de hombres de pensamiento
de sudor y de palabra.
De silencios se construye el
dolor
me estoy yendo a ninguna parte
me invaden oraciones
fuertes -blandas- confusas
tengo el vértigo del recién
parido
la verticalidad del que muere.
Soñando y de cara a la pared
mi cuerpo tendido en la hierba
encuentra la diferencia
y sublima el entorno:
el ocaso y sus tonalidades
los vigías de concreto
las copas de los árboles
el azul del cielo…
¡Alto!
Me niego a buscar belleza
donde sólo hay podredumbre.
Quiero decir de la realidad
lo que ella me escupe en la cara.
Realidad, toca a mi puerta para
construirme
no para uniformarme con productos
de moda.
Toca a mi puerta para darme
certeza
no para inventariar mi
existencia.
En la radio se anuncia:
¡Otra ciudad en llamas!
Entre las pestañas, un poco de
luz
permite mirar a los ojos miopes,
mi huella en el asfalto calza su
descendimiento
y yo sólo sé, que la guerra
es odio racial y estupidez humana
niños inmolados
patrias sin nombre
cifras de dolor en la carne.
Pero también sé, que la guerra
significa alianzas
generación de intereses
bajas humanas
y miles de máquinas que no
cuestionan:
su objetivo es buscar y eliminar.
Máquinas que son el milagro de la
tecnología
y representan la evolución del
hombre
como la especie de vida más
inteligente
en el planeta tierra.
ESTADÍSTICA
Noé Lima (El Salvador)
Cuarenta y tres babas colgando
del árbol
después del último balazo
han quedado como abecedarios
diseminados por el campo
Cuarenta y tres penas
y sus ojeras de ceniza
para extenderse entre velas
y esas mantas roncas de tanto
gritar
colgadas en las avenidas
que también se queman
La luna fue testigo de cómo se
puede morir
con las rodillas roídas por el
silencio de las balas
de cómo ella puede soltar su
dentadura
en el fondo de los ríos para
llorarles
La bendita luna
que los acompañó a morir al lado
de su sombra
con sus cuarenta y tres pares de
manos cortadas
sin esa tiza temblorosa en sus
dientes
sin alfabetos grabados sobre la
hierba
con sus cuarenta y tres latidos
antes de caer
en el fondo de esa pizarra
en que se convirtió la noche
Apenas y ella
pudo guardar sus iniciales entre
el rocío
apenas pudo hacerles un hueco en
su corazón
para salvarles la vida
antes que la madrugada
llegara a convertirlos en
estadística.
CONTRATIEMPO
Omar Fuentes (ex Ciudad de
México)
Tiempo que desligas
memorias
te aproximas
para dejar rastro
en espacios
sin horas
en relojes
inservibles
para estar sin estar
y poder existir
yaces en recuerdos
y te deshaces en instantes
escapas de la vida
cuando hecha trizas
penetra
en el umbral
de la muerte
para asomarse y mirar
la razón de su suerte.
TERCERA
TORMENTA
Shimara Magaly (Ciudad de México,
1984)
Somos sólo un cuerpo despojado de
toda culpa, de toda condena, de toda materia, huesos rotos, anquilosados,
fluido desgarbado. Una ligera llovizna anuncia la partida presurosa de un par
de alas negras. Soberbia habitual, intolerancia cartesiana. Somos incendio que
no arde porque nuestros ojos fueron alejados de su centro, en una cadencia
infinita de locura. Nadie escucha nuestros gritos, están todos ocupados en sus
compras, en saciar apetitos iconoclastas, en anunciar su siguiente charada.
Somos lluvia de estrellas atrapada entre cuatro paredes, la tierra cubre
nuestros restos, cenizas inconclusas, Somos apenas un olvido entre tantas
memorias reprimidas, ya nadie pronuncia nuestros nombres, ni recuerda el sonido
de nuestras voces. Somos esa extraña sensación que muy pocos guardan en el
pecho, dolor punzante, tormenta infrahumana, que un día reventará los sueños de
los aún dormidos y todo llegará a un mismo sitio. No habrá desiertos ni mares,
ni tierra fértil donde sembrar despojos, entidades apiladas, erosionadas por el
tiempo. El cáncer ya no consumirá nuestra sangre, ni los arranques neuróticos
serán motivo de infierno.
Primera entrega de la serie: "Escritores de Latinoamérica, por Ayotzinapa"
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