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sábado, 8 de agosto de 2015

Escritores de Latinoamérica por Ayotzinapa (Narrativa)

Marcha 20 de noviembre, 2014


Segunda entrega de la serie: "Escritores de Latinoamérica, por Ayotzinapa".


ESPERANDO A PAPÁ
Dina Grijalva (Culiacán, Sinaloa)
a Allison Abraján de la Cruz

Me gusta que viene mucha gente a visitarnos a mi casa. Antes no venías tantas visitas, el que siempre llegaba de sorpresa era mi papá, a veces se venía caminado o en combi desde Ayotzi, donde estudia para ser maestro.
También me gusta la mesa que puso mi mamá con fotos de mi papá y flores y velas y donde se ponen a rezar todas las mamás y algunos papás y mis dos abuelitas y mi abuelito que vienen en las tardes. Así yo y las niñas y niños que vienen aprovechamos para jugar y correr afuera, mientras las personas grandes rezan y platican y no tienen tiempo de regañarnos.
Lo que no me gusta es que en los últimos tiempos mi mamá y mi hermano de repente lloran y casi siempre están tristes. Mi hermano ya no quiere ir a la escuela porque le dicen cosas malas de mi papá, le dicen que ya no va a regresar; pero mi mamá le dijo ahora: acuérdate que ayer en la marcha gritamos ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos! Y entonces mi hermano dejó de llorar y dijo: sí, en la otra marcha gritaré más fuerte para que escuchen los malos y nos lo regresen.
            Pero lo que más me gusta en estos días es cuando vamos toda la familia y otras personas a Ayotzi y podemos jugar y ver los escritorios con fotos, en uno está la de mi papá y me gusta verlo allí. Como dicen que una noche salieron él y sus amigos y no han vuelto, yo creo que están jugando a las escondidas. Y yo juego con otras niñas a buscarlos, pero se han de haber escondido muy bien porque no los hemos encontrado en tantos días.
            Cuando vamos en las marchas con velas y gritando es para que mi papá y sus amigos vean las luces y nos oigan y encuentren el camino de regreso pronto. Ya tengo ganas de ver a mi papá.


SESENTA Y TRES DÍAS Y NI UNA PISTA
Dina Grijalva (Culiacán, Sinaloa)

Hace sesenta y tres noches y sesenta días que seis jóvenes fueron asesinados y 43 estudiantes fueron capturados por policías y desaparecidos. En estas sesenta y tres noches y sus días, las madres y los padres de los jóvenes las han buscado, se han entrevistado con el presidente, han sido insultados por el procurador que sin pruebas creíbles les mostró una caja con pedacería de huesos diciéndoles que eran sus hijos.
Un fragmento importante de la sociedad civil y de los estudiantes de todo el país han expresado su solidaridad y su exigencia del regreso de los jóvenes, de diversas y plurales maneras. En varios países también se han visto múltiples y creativas muestras de solidaridad con los jóvenes y de exigencia a las autoridades mexicanas.
La pareja presidencial, mientras tanto, ha viajado feliz a China y ha retornado indignada por la indignación que ha despertado en la sociedad la ostentosa casa en la que habitan. Se han dedicado en febril actividad a grabar videos por su casa y pidiendo que se apoye con dinero  a la misma empresa que les regaló la casa de cientos de millones de pesos.
La sociedad ha seguido manifestando su indignación y exigencia del regreso de los jóvenes estudiantes desaparecidos por la policía y ahora se suma la indignación y el agravio de que manifestantes hayan sido detenidos.
Han pasado sesenta y tres días y sesenta y tres noches y de los jóvenes ni rastro.


EL SILENCIO DE LA AUSENCIA
Francisco de León (Ciudad de México 1975)

Uno
Abrió los ojos. No pudo ver nada, el lodo le nublaba la vista por completo. Le ardía. Quiso gritar, gemir al menos, pero la tierra mojada, la sangre en fuga, se convirtieron en su lengua en un sabor imposible de degustar que lo enmudecía. Elevó un poco la cabeza para respirar. Tomó aire largamente. Al hacerlo pudo sentir el sabor del silencio que le rodeaba, de la muerte que ocurría a su alrededor, pero también podía sentirla piel adentro, próxima y ansiosa. Quiso rezar un padre nuestro, pero las palabras se le agolpaban, imposibles. “Padre nuestro…” dijo una vez mientras con la todavía sucia palma de la mano trataba de limpiar sus ojos. Logró ver, a lo lejos las luces de lo que sabía que era su pueblo. “Padre nuestro…” repitió, “nuestro…”, “nuestro…”, la palabra lo abarcaba todo: lo que su mirada cansada alcanzaba a reconocer, la tierra en su boca que ahora sabía diferente; “nuestro…”, “nuestro…” repitió una y otra vez como si en ello se le fuera la vida, y en ello se le iba. Su tacto reconoció lo que desde la tierra se eleva por sobre la muerte: “nuestro…”

Dos
¡Zip! ¡Zip!
Escuchaban por sobre sus cabezas.
¡Zip! ¡Zip!
Cada vez que el sonido abarcaba el espacio, ella se apretaba un poco más sobre su pecho. Tantas veces él lo había deseado, tantas veces había soñado con esta cercanía.
¡Zip! ¡Zip!
No podía verla. Todo estaba muy oscuro. Pero la sentía. Su tacto, su aroma que podía reconocer desde la distancia. Hoy no había nada más que esa cercanía para ambos.
¡Zip! ¡Zip!
Ella de él no supo más que su nombre y que estudiaban en la misma escuela. Lo veía pasar por las calles en silencio, sentía su mirada, pero nada más.
¡Zip! ¡Zip!
Ella siempre temió que le hablara, pues no habría sabido qué decir. No era buena para hablar con gente que no conocía. Ahora, en esa oscuridad, lo sintió como si siempre hubiesen estado juntos.
¡Plac! ¡Zip!
Una de las balas atravesó la lámina del techo y se incrustó silbante en una de las paredes. Una pequeña ráfaga de luz se dejó ver en el piso. Ellos se abrazaron con más fuerza.
Estaban tan juntos que el mundo cabría entero en su abrazo.
Hubo mucho silencio.
El murmuró su nombre al oído de ella. Ella murmuro su nombre al oído de él.
Ambos sonrieron en la oscuridad.
Con cada gesto, el mundo comenzó a ser otro.


YA ME CANSÉ 43
Héctor Rojas M (Ciudad de México 1986)
A la familia de los desaparecidos.
Su dolor es el nuestro. Vivos los raptaron
En nuestro corazón vivos los mantenemos. Su voz ha nacido en todos lados.

Hace algunos años, Ángel escribía:

Estoy felizmente cansado, y con mucho trabajo por delante. Hoy conocí a Rubén Álvarez Mendiola, periodista que hoy dirige un proyecto que se llama Educación a Debate, donde se me han abierto las puertas y se me ha encomendado la tarea de hacer un reportaje de educación y género. Es perfecto, mi amigo Valek me ayudo a entrar ahí, hoy en la junta me sentí en mi ambiente total, lo que siempre había soñado, mañana empiezo a realizar entrevistas y a redactar el reportaje. Por otra parte en menos de 15 días tengo una presentación en el MUNAL. No hay más, poesía y educación. La educación es poesía y la poesía educación. Estoy cansado, felizmente cansado. 12:47 hrs, martes 10 de agosto de 2010. 

Un libro en manos de un vecino es como un arma cargada
R. Bradbury
(La cita del día)

Ángel, acostumbraba poner una cita luego de escribir algo en su diario. Lo que Ángel, cansado, no sabía, es que, cuatro años y un mes después el sabría perfectamente el desarrollo del trabajo en las Normales, que toda modificación de carácter educativo tendría que empezar justo en estos centros tan diversos y tantas particularidades hilvanadas con un mismo propósito. La intervención del Estado en las Normales es irrevocable desde la perspectiva pedagógica como desde la gobernanza del país, no se puede gobernar tal y como están hoy las Normales, y hay que decirlo, Ángel, se ha cansado todos estos días, todos estos años, para atestiguar la barbarie, para ser testigo de la sangre derramada por el delirio. PISA. PISA. Ayotzinapa, verdad histórica, medida de México, medida del mundo. La manu como la mente factura de maestros es esencial para el desarrollo de cualquier nación, el cansancio de Ángel lo había llevado a esa conclusión de una forma muy sencilla, luego de una entrevista con la embajadora de Finlandia Anne Lammila; Anne, había sido muy honesta: “Finlandia no es un país  muy rico, tenemos pocos recursos naturales”, por eso la Reforma del 68, lo que hace que casi 50 años después, Krista, ministra de Educación de este país del norte de Europa, asegure: “El sistema educativo finés no evalúa cada año a sus maestros, confía en la capacitación que han obtenido a lo largo de su carrera y les brinda total libertad y autonomía para que desarrollen su trabajo”, la nota está ahí y es de Educación a Debate, hoy, Educación Futura. 11 de septiembre de 2014; quince días antes de la desaparición de los 43.
En muchas de las Normales Rurales, el cansancio de Ángel lo sabe bien, se enseña principalmente a odiar al Estado, es evidente que el Gobierno tiene que intervenir. Amar el conocimiento es, el espíritu del aprendiz de maestro. Formarlos sólidamente y después darles libertad para trabajar. Son nuestros semilleros de luz, no los podemos abandonar. Aún cansados, tenemos que continuar. La educación es poesía y la poesía educación. ¿Educar, para qué? ¿Qué queremos construir? ¿Cuántos modelos de desarrollo caben en un país? ¿Qué vamos a hacer?
Seremos capaces de perdonar? Pero sobre todo ¿seremos capaces de transformar con audacia y armonía instituciones como la policía comunitaria de Iguala? ¿Qué vamos a hacer?

El nuevo mundo nace de la solidaridad
Del entendimiento de la otredad
Como reflejo firme de la identidad misma


LEVANTAMIENTO
Mariano F. Wlathe (Ciudad de México 1986)

Yace en la cama incapaz de moverse. Está paralizado, lleva años así. La persona que debería cuidarlo, abusa de él. Lo golpea, se burla, le roba la comida. La ira, la frustración acumulada a lo largo de años recorre el cuerpo inmóvil sin encontrar lugar donde expresarse. Cuarenta y tres milímetros del cuerpo responden, cuarenta y tres milímetros que están hartos, cuarenta y tres milímetros de su mano izquierda. La falange media de su dedo corazón se yergue retadora. El hombre a cargo se enfurece. Grita, ofendido, al cuerpo paralizado. Lo maldice, a él y a su repuesta. Lo escupe. Pero los cuarenta y tres milímetros resisten. Lo enfrentan, están dispuestos a luchar.
El hombre se burla y, sonriendo, se monta sobre el cuerpo inerme que sólo puede ver. Se retuerce provocándolo, mofándose de los cuarenta y tres milímetros subversivos, los lame mientras ríe. Se los introduce en la boca y, mirando a los ojos del hombre en la cama, muerde con fuerza. La mordida desgarra la piel y rompe los huesos. El dolor recorre todo el cuerpo. El hombre, convertido en bestia, se carcajea con la boca manchada de sangre y, entre sus dientes, el trofeo recién amputado. ¡Cobarde! Se dice a sí mismo el hombre en la cama. Quisiera apartar la mirada, olvidar el dolor, pero la bestia sobre él se lo impide. Cínica, le escupe el dedo en el rostro, mientras se exhibe, presumida y sonriente, cubierta de sangre. Sin darse cuenta de que el resto de los dedos ha comenzado a levantarse para formar un puño.


CENIZAS
Mariano F. Wlathe (Ciudad de México 1986)

Una niña de seis años camina descalza, desde Guerrero, arrastrando con una cuerda un ataúd lleno con las cenizas de su generación. Aunque sus pies arden sobre el asfalto abrasador, no se detiene. Avanza entre hombres que han perdido su humanidad: bestias que arrancan a personas de su comunidad para devorarlos. Fieras ignorantes y ambiciosas con rostros de oficiales y corazones de asesinos. Al verla pasar la insultan, intimidad, golpean y violan frente a cientos de testigos cobardes o cínicos que escupen mierda. Mierda que se acumula en el camino, que hiede y hierve bajo el sol, dificultando el caminar de la niña que, vejada, continua avanzado entre el pantano de heces que llega hasta sus rodillas y atasca el ataúd. Su recorrido es arduo e ingrato hasta arribar a la capital del país, donde el pantano se vuelve más profundo. Donde marcha entre los padres de cuarenta y siete jóvenes que el Estado convirtió en fantasmas, en sombras que reflejan nuestro miedo a este país. Cuarenta y tres desaparecidos, tres enterrados y uno más golpeado hasta la muerte cerebral y miles de muertos más detrás de ellos y miles delante. La niña ve a los padres, abandonados a su suerte, ignorados y denigrados. “Imbéciles que no logran entender que sus rufianes están muertos, mejor que se pongan a trabajar para que salgan de la pobreza en que viven”* gritan monstruos despiadados que se confunden con el excremento que inunda la ciudad. “Ya dejen de insistir en fastidiar a los demás. Es horrible lo que pasó y estoy con ustedes de corazón, pero no arruinen mi día provocando tráfico”* Grazna otro hipócrita insensible hundido en el pantano de estiércol. La niña alcanza, agotada, el centro de la ciudad donde un grupo de bestias con disfraz de granaderos la esperan. La atosigan, como perros que ladran y muerden. Ella no puede más, se deja caer, pero con sus últimas fuerzas abre el ataúd que guarda las cenizas de toda su generación, esperando que éstas vuelen y cubran la mierda y que asfixien a todos los responsables de ella. Que se enciendan y esparzan convirtiendo en ruinas los cascarones de las instituciones vacías. Que se petrifiquen sobre todo el horror para que no se olvide. Que germinen y se conviertan en algo muy distinto al país que hoy nos avergüenza.
*Comentarios tomados de perfiles de Facebook.


EPITAFIO EN UN BASURERO DE CENIZAS
César Rodríguez Diez (Puerto de Veracruz 1967)

No queda nada más que el grito. Pero tarde o temprano nos hará conscientes. Porque la sangre sacudirá de su indiferencia al mundo y entonces nadie podrá callar lo que yace escrito entre cenizas. Existiremos en la memoria, en la inquietud de los murmullos, en la palabra no dicha ante el silencio perpetuando el grito, para que ningún otro tenga que jamás gritar.


SOMBRA EN MEDIO DE LA NOCHE
Leticia Carrera L. (Morelia, Mich. 1981)

El viento de aquella noche trajo la lluvia, obligando a todos a mirar una mentira, los hecho relatados fueron acaso un último recurso para distraer a la gente, la repitieron tantas veces que ellos creen que es verdad, pero un país lo duda, los otros países incluso escriben y relatan del cinismo, de los cuentos de horror que se relatan en el país del águila y la serpiente.
Esa noche se hicieron leyenda, 43 nombres quedaron registrados en la historia, sin saberlo fueron la voz de reclamo,  el choque contra el iceberg que resquebrajo las láminas del barco, aunque sigue luchando por no naufragar, se escucha la fuerza del agua entrando por las ranuras.
En tierra agreste se levanta el humo, el calor de la tierra desaparece con los cuerpos inexistentes, dicen que fue el fuego, los analistas insisten que fue lluvia, que el fuego no tuvo oportunidad, que la historia no está bien contada, que si hubiera sido el fuego, la temperatura sería como el de la lava, no son encantadores de serpientes, su historia es un cuento sin verdad.
No lograron decir palabra alguna ni levantar mano en pos de su idea, de la meta que tenían, los 43 normalistas se hicieron sombra en medio de la noche, los callaron por miedo, por odio, por necesidad, por ser esa sangre de rebeldes que sólo una tierra como Guerrero puede gestar. Los desaparecieron, ni siquiera hay cuerpo para un entierro, para cerrar su ciclo en esta tierra, ni siquiera cenizas para esparcirla en los campos y que florezcan en el maíz, como alimento mágico, como alimento de los dioses de otros tiempos, para no olvidar su sangre, para nombrar Ayotzinapan con deseo de justica, con sabor a un futuro, con un aroma que pueda parecerse al corazón que late después de saber su historia.


26 DE SEPTIEMBRE
Leticia Carrera L. (Morelia, Mich. 1981)

El 26 de septiembre de 2014 cumplí 33 años, imaginé que ese día renacería como Huidobro narra en Altazor: “Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.” Sin embargo ese día las noticias no fueron luminosas, y bajo las hortensias desaparecieron ellos, los 43 jóvenes que soñaban con ser maestros, pero en lugar de nacer, sus cuerpos desaparecieron, “He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae”.
Entonces ese día el lugar no fue el cielo ni la tarde, fue Ayotzinapan, las noticias no pararon, las noticias siguen hablando de ese fatal día, la mirada de los otros países cayeron y sus preguntas ante los 43 alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos que habían desaparecido continuaron, y tuvieron que venir de Argentina a decirnos lo que todos imaginaban… “De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable”.
Los meses han pasado, la vida sigue, arrastra la memoria de 43 que ya no caminan, que ya no están, que no se olvidan. Todos los meses ha habido marchas los días 26, me recuerdan que sigo viva y también recuerdo a los 43 que ya no son: “Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.”
Los 43 dejaron de ser humanos, los vivos los han transformado en grito, y recordatorio. Ellos se transformaron en memoria, en semilla, en temblor. El mundo sigue preguntando por ellos, sus padres caminan otras patrias para contar su historia. En la patria de los 43 se agita el viento que los nombra a cada momento, soñando que un día su fruto será la más dulce soberanía.


EL MILAGRO SECRETO DE AYOTZINAPA
Carlos Aguasaco (Bogotá, Colombia 1975)

En sus caminatas pendulares entre su hogar en Omeapa y la preparatoria en Tixtla, Jhosivani descubrió su inclinación por la poesía. El lenguaje, como el mundo –pensó- es un canto hecho de repeticiones y variantes, una celebración de lo común y lo particular en hermandad infinita. Lejos de los salones literarios, de la arrogancia de los teóricos y los “escritores” citadinos, Jhosivani desarrolló su poética personal con base en la observación de la naturaleza. El verso, como el hombre, respira en resonancia con su contexto –meditó- y a veces hace eco del aire y las alas que lo perturban o retumba con la tierra por la que se arrastra la serpiente que huye que quien viene a cazarla. Unos meses antes de partir para integrarse a la escuela normal en Ayotzinapa, Jhosivani descubrió que desde hacía varios días un zanate lo seguía como una sombra con alas. Jhosivani y el “chanate” –así lo llamaba él- construyeron una amistad translucida y permanente. El joven poeta lo alimentaba y el ave, agradecida, respondía con un popurrí de sus siete cantos. Inspirado en esas melodías, Jhosivani quiso traducirlas en versos, y así hizo en su marcha a la normal donde soñaba con convertirse en maestro. Para su sorpresa, su amigo Chanate lo siguió hasta allí y mantuvo con él sus acostumbradas charlas matutinas y vespertinas. El 26 de septiembre de 2014, Chanate se unió a Jhosivani y sus compañeros en Iguala y desde el aire, impotente, lo presenció todo. Cuando supo que la muerte era inevitable, Jhosivani levantó la mirada y vio a su amigo en aire; en un último intento por aferrarse a la vida habló con él en la oscuridad. Si de algún modo existo – le dijo- si no soy una repetición o errata de la naturaleza, existo como tu amigo y como poeta. He traducido en versos tus siete cantos y ahora quisiera, antes de morir, pedirte que tradujeras los míos a tu lenguaje de trinos y los siembres en el aire. Chanate aceptó y mantuvo el vuelo junto a las llamas mientras interpretaba la primera versión de su nuevo canto para que Jhosivani la escuchara y corrigiera en su agonía. Antes de morir el joven poeta hizo una acotación a la traducción de su amigo. Chanate, el último verso de mi vida quiere decir dos cosas: semilla y esperanza. El ave, con las alas chamuscadas, lo comprendió y se alejó de las llamas buscando un canto que tradujera ese sentimiento. Semilla y esperanza, semilla y esperanza, semilla y esperanza, todavía se repite Chanate por aires, mientras llora.

*“El milagro secreto de Ayotzinapa” está dedicado a la memoria de Jhosivani Guerrero de la Cruz y sus compañeros de Ayotzinapa. Las cursivas resaltan la referencia intertextual al cuento “El milagro secreto” de Jorge Luis Borges.


JULIO
Jonathan Minila (Ciudad de México)

—¿Está segura que quiere verlo?—le preguntaron.
Marissa asintió.
—Tiene que ser fuerte— dijeron.
Levantaron frente a ella la sábana blanca que lo cubría. Se estremeció. Era Julio. Reconoció la ropa. Esa playera roja. La llevaba, también, semanas atrás cuando cargó a su hija por primera vez. No dijo nada. Tampoco Julio que comprendió su silencio. Se paró detrás de ella y tocó su hombro. Marissa no lo percibió. Te amo, dijeron al mismo tiempo.


DE LA AUSENCIA QUE DUELE MÁS
Jorge Manuel Herrera

Indolente

Qué grande eres pueblo mexicano
que tus hijos cruelmente muertos
no te lastran ni llagan menos te duelen
para detonar tu rabia y corregir tu historia
Qué grande eres pueblo mío
pero qué corazón tan jodido tienes…

Individual y colectivo…

… algún día (no muy lejano)
nos arrepentiremos de haber llamado “patria”
a este silencio cómplice, cobarde y ciego
sinónimo de la desgracia del país que no somos.

Así andamos

Nuestra memoria, no es aquella ave cansada
que todos creemos que es.
Sí no nos sirve de nada
es recién un polluelo desenvainado.

Avalancha

Desde el fondo,
exactamente donde se siente uno humano
más cerca de lo que es sentirse pueblo
o cómo dirían los más dignos
: esto ya está moviéndose
y viene repartiendo chingadazos.

Cábala “nuevoañera”

No usar nada de calzones, ni rojos ni amarillos,
Debe recibir el año nuevo a raíz (sin calzones, pues)
¡Ahhh! Y tampoco usarlos el resto de su vida,
haber sí, cuando más rozado ande
recuerda que tiene madre, hijos, hermanos,
amigos, compatriotas y un país,
por los cuales tiene que cambiar
su modo de pensar y actuar.

Doble filo

El odio consiste en no olvidar
No olvidar es ser digno
Él no digno olvida con odio
Olvidar merece un odio indignado

Fosas clandestinas

Cada uno de nosotros cobardemente enterramos
con indiferencia valemadrismo y apatía
el paso de los que marchan reclamando justicia
y exigen ver  de regreso a sus hijos con vida
Pareciera ignorarse que, en este país
NADIE está a salvo.



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