jueves, 10 de marzo de 2016

Radiopoemario: Homenaje a José Manuel Recillas (09 de marzo 2016)



El pasado miércoles 09 de marzo, la Sala Julián Carrillo abrió sus puertas a un nuevo y merecido homenaje. Nuestro poeta invitado fue el maestro José Manuel Recillas (Ciudad de México, 1964), poeta, ensayista, crítico literario, traductor, editor y melómano. 





La selección de obra, estuvo dedicada a una de las grandes pasiones del poeta: la música. Pudimos escuchar textos dedicados a músicos y compositores. Cito:


a Miguel Salmón del Real


Leer lo ya leído es ordenar

y dar sentido al mundo brevemente,

dar cauce a lo inasible evanescente

y así un mundo nuevo iluminar.




El todo y el detalle han de llegar

--secreto mecanismo del presente--

domando luz y sombras en la mente

y así la eternidad reconquistar.



De nuevo, cada vez, que todo sea,

lo busque o no el Demiurgo sin nombrarlo

--a la Creación hay siempre quien la lea.



Toda ocasión sea nuevo comienzo

para el mundo hacer y después negarlo

--espacio necesario del disenso.





Passacaglia, Der Schutzengel
Incendia nuevamente esta Ciudad, amor de nombres mil y un solo verbo,impía ciudadela que te adora y entrega cada noche nuevas almasy oscuros condenados que tú sabes quiénes son y por qué van a morir,no veles nunca el sueño que te sueña, no cejes en dejarlo abandonado,como si en ello el hálito perdieses, como eso que has perdido y aún te besa,no dejes ni una espina en el rosal, ni un resplandor para la ausencia que hassembrado entre los cardos de esta cerca que me separa para siempre, impía,de todo lo que es boca enamorada, hoguera entre la noche que se escapaapenas pronunciada entre tus labios, amaneciendo en todo como un beso,como el rosario que entre manos portas hacia un silencio que es apnea y noche,condena que es mi sombra y un destello, el doble encierro de un olvido y muerteque apenas pronunciado se congela. Incendia nuevamente esta Ciudaddejando a Eneas prisionero en mí. No dejes piedra en vilo para ahogar las horas que nombrar te puedan, locas, como postrer palabra de la auroraque entre los labios húmedos te llevas lejos del pozo en que se ahoga todo.No sepa mi cadáver de la ausencia poblando esta ciudad en ruinas, muertaen los reflejos rotos de una tarde que, impostergable, no quiere quedarseperdida entre los trinos y acuarelas de un no vivir que se pronuncia ausente,desmoronado verbo enguijarrado, que nada sabe de sí mismo y calla,y cae entre las manos, se amorata y piensa en la gramática sedienta,perdida y sin sonido, apenas eco, apenas un temblor de hielo y númenes,fragmentación del nombre que es derrumbe, monotemático silencio oscurobuscando, en vano, un par de manos menos frías que este morir que tú has dejado ardiendo fuego adentro y sin remedio. 
(fragmento)








Y luego pudimos escuchar una variación en la poética del maestro Recillas, fuimos de Schutzengel a la realidad palpitante que nos ha golpeado a través de la historia, a la realidad que nos sigue golpeando, sobretodo en el ámbito laboral de las oficinas gubernamentales y/o estatales. Cito:



Oda a los lamehuevos

Uno se pregunta, al revisar la historia,
qué pasó con los lamehuevos en el México del siglo xix.
En los libros de Historia de México
nos recuerdan quea finales del Porfiriato,
según el censo oficial de aquellos años,
de 15 millones de habitantes que tenía México,
9 millones 591 mil 752 vivían bajo la servidumbre
y la esclavitud en más de diez mil haciendas.
En aquellos tiempos sólo había pobres.
Pero los pobres pueden ser redimidos.
Así lo entendió ese prócer de la Patria,
que humildemente se autodenominó soldado del sistema,
Emilio Azcárraga Milmo, cuando dijo
que “México es un país de clase modesta, muy jodida…
que no va a salir de jodida”.

Sabemos que hoy en día hay menos pobres que en el Porfiriato.
Un siglo después, al menos porcentualmente,
hay menos pobres por los cuáles preocuparse.

Pero lo que sabemos es que no sabemos casi nada de los lamehuevos
y lo que sabemos sigue siendo escaso y mal documentado.
Tal vez por eso conviene reflexionar,
o al menos comenzar por enlistar
lo que creemos saber de los lamehuevos.

No debemos confundir al lamehuevos con el lambiscón.
La labor de éste mucho más humilde es
y casi siempre anónima, perdida en los pasillos
y escritorios de oficinas donde alguna vez todos hemos trabajado.
El lambiscón es de escasa mirada, y no hay gloria en su labor.
Quizá porqueel lambiscón ocultar sus defectos busca,
sus defectos de carácterdisfrazar,y ocultar su ineptitud rampante.

(fragmento)



Con una sonsrisa, acudimos a la despedida de un recital variopinto, donde como los grandes músicos, el maestro Recillas hizo gala de La variación. La Sala Julián Carrillo dejaba ver caras conocidas, el público cautivo de cada miércoles de Radiopoemario. 


El maestro José Manuel Recillas, Mónica González Velázquez 
productora de Radiopoemario.